OJO CON LO QUE PIENSO
De un tiempo a esta parte mi cabeza da vueltas una y otra vez a la misma y preocupante pregunta: ¿Qué pinto en esta vida?.
No recuerdo como era antes de estar pasando por esta situación tan angustiante, aprieta por fuera y por dentro, siento una presión en el pecho, que me cuesta respirar, hasta abrir los ojos es un esfuerzo. Después de tantos años, me encuentro desocupado, mi mujer trabaja, y llevando la carga económica de la familia: ¿qué pensará de mí?, y la gente.
Intento llevar mis pensamientos fijándolos en el pasado y concentrarme en el presente para analizar la situación, ya que nos queremos y entiende la situación del momento, pero aun así, no puedo evitar la angustia que me corroe. Estoy preparando las pruebas de acceso para aumentar mi formación, me ayuda un amigo, pero cuesta ver la salida a este túnel oscuro y desolado.
Por fin, algo de luz en el horizonte, ¡esperamos un hijo!. A los pocos meses de nuevo la oscuridad inunda mi mente, perdemos el hijo que hacía tiempo lo estábamos deseando, y que podía darme fuerza, la vida vuelve a apretarme fuerte. Ni siquiera la superación de las pruebas de acceso me alegra.
Lo único que me hace seguir adelante, es la unión mutua con mi mujer, y esa unión hizo que quedase de nuevo embarazada, tiene que hacer reposo absoluto, el ginecólogo nos ha dado esperanza de que todo ira bien. Las cosas parecen que van mejorando y por fin he encontrado trabajo, y mi autoestima va siendo cada mejor.
De la noche a la mañana, todo volvió a oscurecerse: Mi mujer no quiere seguir compartiendo la vida a mi lado, tengo que volver a casa de mis padres, y me quedo sin trabajo de nuevo.
La oscuridad me nubla la vista y va trepando por mi interior como una hiedra. No quiero moverme, apenas tengo hambre, no duermo. Es algo aterrador, me da miedo ver a mis amigos, bueno a los amigos hacía tiempo que no los veía, ya que al cambiar mi situación laboral no hacíamos vida con ellos; me refiero a los compañeros de la ONG T’acompanyem, siempre están ahí, así que saco fuerzas, al pensar que me han ayudado anteriormente, y decido ir a verlos. Cuando me vieron atravesar la puerta de la sala, se alegraron tanto, que aunque estaba deprimido, agradecí el hecho de haber hecho el esfuerzo de asistir.
Estas personas no solo intentar buscar trabajo, sino que puedes compartir con ellos situaciones parecidas a la mía. Hacen talleres de ayuda personal, te ayudan social y laboralmente, te motivan, y hacen que tu autoestima sea cada vez mayor.
Te dan la mano, y como dice su nombre, te acompañan por el camino tortuoso que pasas en estos momentos.
Gracias a las personas de T’acompanyem volví a trabajar, a sentirme de nuevo otra persona. La entidad se pone en contacto con empresas y fundaciones a las que tienen acceso e intentan ayudarte sin pedir nada a cambio, solo piden que colabores en la ONG en lo que puedas.
ANDRO