¡¡TOMA DECISIONES!!

 

Esta nueva historia de la “puta vida” trata sobre la importancia que tiene para nuestra vida tomar las decisiones correctas.

Esta historia nos muestra a una persona de 22 años que dejó atrás su ciudad natal, Tetuán, en 1999 agarrado con fuerza y desfallecimiento a un autobús.

Imagínate lo que puede llevar a una persona a cogerse a un autobús viendo la muerte continuamente a pocos centímetros de ti durante un trayecto en Ferri, desde Tetuán hasta Algeciras.

Su ciudad, su familia, y su vida eran un melodrama que se acercaba a las puertas del infierno, así que decide  intentar entrar en el “paraíso” que ha oído que es España.

Lo intenta varias veces tras estudiar con detenimiento, horarios y rutinas el servicio de autobuses y al final tiene asidero dirección paraíso.

Ahí está, aferrado con la fuerza de la esperanza que imagina como futuro y ayudado por la desesperanza que deja tras de si en el habitáculo del motor, como si de una pieza más de este se tratase.

Llega a Algeciras con las fuerzas mermadas, el calor que rebosa los límites de lo humano, una sed que seca hasta el último de sus recursos húmedos y el miedo a ser visto que a veces le hace temblar. El ruido del motor le hace perder el sonido más allá de donde se encuentra. Tiene hambre, sed y temor a ser visto pero se aferra con fuerza aunque no tenga ya.

Justo a unos pocos centímetros de donde se encuentra, turistas sonrientes tomando refrescos o agua fresca mientras ríen están ajenos al mundo escondido que albergan muchas personas desesperadas.

Está débil y aun debe aguantar doce horas en esa posición. Algo irreal e inimaginable, parece. Pero su determinación para dejar su pasado de sollozo es tal, que cuando lo piensa parece recobrar las fuerzas que le da su fe en el mañana.

No tiene agua fresca ni sonríe, pero sus motivos son mucho más intensos que los de los turistas refrescados.

Al llegar a Granada, su destino, el conductor del autobús le pide dinero para no abrir la boca, pero no cede al chantaje. Siempre hay ovejas negras que se aprovechan de las penalidades de los angustiados.

Peregrinó por todo el país hasta recabar en Barcelona, ciudad que le agradó nada más llegar.

Realizó varios oficios, como soldador, pintor, y lo que surgiera.

Es un joven inteligente, sensible, trabajador y con una autoestima alta, lo que sin duda le ayudará a establecer algún día su objetivo de tener un trabajo digno y una vivienda decente, para personas.

Actualmente vive de la chatarra que recoge por los diferentes contenedores de la ciudad, algo que nos ha de hacer ver que con lo que nosotros desechamos o nos molesta, otras personas pueden subsistir.

Pero de nuevo el “orden” establecido en la sociedad ayuda a las personas necesitadas multando a Alí, el joven recogedor de chatarra, por almacenar su subsistencia en un almacén.

No teniendo dinero para la multa debe realizar trabajos para la comunidad, pero Alí sigue adelante con sus ganas, su astucia, su autoestima y determinación, esa que saca de su personalidad pero también de recordar que lo que deja atrás, en su país, es un lugar ya tan lejano como penoso. Vivir de lo que le ofrecen los contenedores, jugársela en la calle, y las multas de la sociedad civilizada son mucho mejor que lo que dejó atrás: ese lugar vacío, sin arraigo emocional, deprimente y sin posibilidades.

Aquí ha encontrado un futuro duro y trabajoso, pero futuro, al fin y al cabo.

Conoció la ONG T’acompayem por casualidad. Al entrevistarlo mostró todo ese optimismo, esas ganas de trabajar y de seguir adelante. Con esa actitud la aptitud viene después.

En T’acompanyem lo ayudamos a convalidar el carnet de conducir, le facilitamos ropa para entrevistas de trabajo, hará cursos de formación y él a cambio y demostrando su disposición hacia y para la vida, nos ayuda con reparaciones y la limpieza de nuestra sede.

Esta actitud personal de lucha, de fortaleza y perseverancia casa con nuestra filosofía en la ONG ya que, aunque somos pequeños, peleamos con fuerza por las personas que desean integrarse en esta sociedad, peleamos contra los políticos para que despierten, peleamos contra las asociaciones para que ayuden y, aunque esta lucha desgasta, golpea y a veces intimida, no dejamos de pelear porque tras nosotros existen muchos seres humanos que intentan, a diario, forjar su futuro e intentamos que este sea menos duro y más llevadero para que, de esta manera, las historias de la “puta vida” pasen a ser historias de vida y esperanza.

Alí, ha encontrado trabajo, a finales de mes empezara a trabajar en una empresa con un contrato de seis meses

ANDRO

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