VIDA CAMBIANTE
Era una persona como cualquiera de vosotros. Vivía feliz con mi mujer y dos hijos, en familia.
Empecé a trabajar de transportista en la adolescencia y durante 27 años fui cambiando de empresa, pero siempre dedicado al transporte.
Entonces había mucho trabajo al igual que mucha felicidad.
La casa donde vivía fue una herencia de mi padre y a mis hermanos les di su parte pidiendo un préstamo al banco.
Con la crisis me quedé sin trabajo, este escaseaba. Gracias a unos conocidos entré a trabajar en una empresa de limpieza pero eran contratos a meses e intermitentes. No estaba acostumbrado a ese tipo de contratos pero, poco a poco tuve que hacerlo.
Cuando todo parecía encarrilarse de nuevo un nuevo golpe casi me nubla la vista, mi hija se separa y viene a casa a vivir con su hija. Por un lado feliz de tener a mi hija y a mi nieta cerca como no, pero a la precariedad del momento se le añadió el hecho de que me quedo sin trabajo y yo, con 58 años de edad.
Sencillamente una situación terrible, pero al poco pasó de terrible a terrorífica, asfixiante.
Mi mujer me abandona diciéndome que ya no me ama. Me di cuenta que era una persona bipolar. Se marcharon de casa ella y mi hijo. Montó un bar en un pueblo de la costa y aunque al principio le fue bien después las deudas la sepultaron, viendo-se obligada a cerrar.
Resumiendo de manera breve pero contundente:
Me quedo en el paro. Casi no puedo pagar la hipoteca de la casa. Nuestras hijas viven en mi casa y mi hija se queda sin trabajo. Mi mujer me abandona y mi hijo, con el que yo tenía un fuerte lazo de unión, se va con mi mujer.
Lo único que decía mi perdida y desbordada mente era “para que seguir así en el mundo, aquí ya sobras” pero mi espíritu luchador no me dejó escucharla como ella quería así que seguí con la lucha.
Pero precisamente por seguir luchando encontré un flotador dentro de la marea.
Un antiguo compañero del trabajo me habló de una ONG que le había conseguido trabajo y me animó a visitarla.
Fue descubrir un nuevo mundo para mi. En T’Acompanyem intentan buscarte trabajo, ya no tienes que luchar en ese aspecto tu solo, pero lo que si te dan desde el primer día es esperanzas en ti. Se preocupan por ti tanto en talleres de auto-ayuda como de manera personal y eso ya es ayuda emocional, quizá la que más se necesita en estos momentos de decaimiento.
Con lo que yo cobro de paro apenas llega para pagar la hipoteca y con la pequeña ayuda que recibe mi hija pagamos gastos de la casa, así como la manutención de mi nieta, claro.
A mi mujer le paso algo cuando puedo igual que los estudios de mi hijo. Cuando puedo.
La asociación a veces me da comida, que mya es una ayuda, intenta buscarme trabajo y lo más importante es que me ha tendido la mano emocionalmente dándome de nuevo esperanzas en un mejor futuro para mi y mi familia.
ANDRO