Suicidio es una palabra que no quiero utilizar, pero cada vez más, esa palabra está en boca de muchas personas que no tienen ni encuentran un puesto de trabajo.
Esta semana nos hemos enterado que Jordi, un electricista de Cornellà se suicidó antes de que se produjera el desahucio de su vivienda.
Se encontraba sin trabajo, 14 meses buscando un puesto laboral para poder pagar la hipoteca, y al final, se ha suicidado.
Desgraciadamente tenemos que hablar de un caso que nos afecta de alguna manera a todos, hoy le ha tocado a él, mañana, ¿Quién sabe?
Los que vivimos día a día la situación de estas personas, nos damos cuenta que se encuentran al límite, no se muestran así para llamar la atención en su entorno, lo hacen porque igual que Jordi, muchos piensan que nunca saldrán del maldito agujero del desempleo. La gente habla, los medios de comunicación dan la noticia, se recrean con ella, pero nadie busca soluciones.
Somos nosotros, las pequeñas ONG, s las que intentamos ayudar, darles formación, motivarlos, acompañarlos, animarlos y que piensen que algún día les llegará un puesto de trabajo digno.
La crisis económica actual ha disparado la tasa de suicidio, en otras palabras, el aumento del desempleo podría ser el responsable de una cuarta parte de los suicidios en nuestro país.
No sabemos si esta historia de Jordi, como cualquier historia de cualquier desempleado pueda concienciar a los políticos, a los empresarios, a la sociedad en general, para que se comprometan y que ayuden a nuestras asociaciones en el trabajo que realizan.
REFLEXIÓN FINAL: Al fin y al cabo ¿a quién le importa una vida más o menos?
Isidro G. de Tena